La Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina (FECOOTRA), a través de su Comité de Géneros, coordinado por la profesora Sofia Imeroni (foto), presentó su último informe sobre la equidad de varones, mujeres y disidencias dentro de este sector de la Economía Social y Solidaria (ESS). El citado informe incluyó entrevistas a 94 cooperativas de trabajo, de las cuales se reunieron 835 encuestas a trabajadoras.
El equipo responsable decidió centrarse en las cooperativas de trabajo de diversos rubros: gráfica, salud y cuidados, comunicación, industria, reciclado, alimentación, construcción, textil, servicios industriales y apoyo a la producción y servicios profesionales.
El objetivo fue conocer las necesidades de cuidados, problemáticas asociadas y estrategias para su resolución en el ámbito del cooperativismo de trabajo e indagar sobre la herramienta cooperativa como organización humana en cooperación y sus posibilidades de contribuir a resolver la problemática de los cuidados.
SE INCREMENTÓ LA PARTICIPACIÓN DE MUJERES
El dato sobresaliente del informe es que, mientras en 2019 había un 40 por ciento de mujeres asociadas a cooperativas, en 2022 el número llegó al 57 por ciento. Sin embargo, eso no se tradujo a la participación en los puestos de decisión: pasaron a estar en un 58 por ciento a un 57 por ciento las que ocuparon el consejo de administración.
Si el foco se pone en el cargo de presidenta de la Cooperativa, allí la encuesta demostró que en 2019 quienes ocuparon ese cargo eran mujeres en un 33 por ciento, mientras que en 2022 ese número subió al 44 por ciento.
Por otro lado, un 16% de las personas entrevistadas manifestó haber vivido dentro de la cooperativa la situación de que “alguien considerara que no era capaz de llevar adelante un cargo en el Consejo o puesto de decisión por ser mujer».
Recuperando esta relación y a partir de los datos relevados, pudo observarse que en el caso de las asociadas mujeres se da un nivel alto de participación y compromiso, pero «se encuentran obstáculos y trabas en la capacidad o poder para decidir/ incidir sobre la dinámica de la cooperativa, son limitaciones vinculadas a estereotipos, micromachismos, a la organización social del cuidado».
ELEMENTOS DE RESTRICCIÓN DE LA PARTICIPACIÓN
En términos generales, como elementos de restricción de la participación se identificaron: los horarios de reunión para toma de decisiones y asambleas, los modos no inclusivos o democráticos de organización del trabajo; el modo de disposición de los espacios; y la búsqueda o no de alternativas para facilitar la accesibilidad en tiempos y espacios comunes.
Además, un 87 por ciento de las mujeres dijo que cree que sus opiniones son igualmente valoradas a la de los varones. Sin embargo, en los hechos, un 25 por ciento expresó que algún compañero de trabajo menospreció su opinión por ser mujer, pero un 75 no lo hizo, lo cual muestra una mejora en términos de respeto.
Así es como, si bien se observó una mayor presencia de mujeres en los puestos de decisión dentro de las cooperativas respecto a los datos relevados en el año 2019, también pudo registrarse a través de los relatos, las dificultades que estas posiciones requieren para las asociadas, tanto para el acceso como para su sostenimiento.
Por último, el informe reveló que sigue siendo muy bajo el nivel de equipos de género dentro de las cooperativas de trabajo. De las encuestadas, solo un 9 por ciento dijo tener un Comité de equidad de géneros, sin embargo, un 61 por ciento de las encuestadas dijo que participa ella o alguna compañera en alguna organización que reivindique los derechos de las mujeres o la diversidad de Géneros.
LOS CUIDADOS: UN NUDO FUNDAMENTAL A DESENTRAÑAR
«Dentro de las cooperativas la problematización de cómo se resuelven los cuidados encuentra un nudo crítico en las licencias por maternidad-paternidad y cuidado de hijxs así como en la ausencia de espacios de cuidados», expresa el informe.
El 71 por ciento de las encuestadas dijo tener hijos, de las cuales un 55 vive con ellos. Por otra lado, respondieron que en un 24 por ciento de los casos los menores quedan al cuidado de la abuela a la hora de ir a la cooperativa, mientras que en un 21% de los casos es el padre quien se ocupa de los chicos. Le siguen hermanos menores (11%), pareja (7%), tíos (4%) y niñeras (4%).
Un dato interesantes es que el 84 por ciento de las mujeres respondió que no tuvo inconvenientes en la cooperativa por tener que ausentarse por enfermedad (propia o de familiar), lo cual demuestra una mayor comprensión a la hora de ejercer los cuidados. La cooperativa aparece entonces como posibilidad de trabajo concreto, posibilidad no solo material sino también simbólica de mejora en sus condiciones de vida.
En todo este marco, el informe también hizo hincapié en la falta de apoyo por parte del Estado: «la inexistencia de regulaciones y normativas que contemplen la especificidad de los trabajadores autogestivos implican una limitación en el acceso a estos derechos por parte de los integrantes de cooperativas de trabajo, entre los que podemos mencionar el régimen de asignaciones familiares o el sistema de riesgo de trabajo. A partir de ello, en los diferentes espacios de trabajo se tejen estrategias, acuerdos, arreglos internos, que permiten, con una lógica de reciprocidad, enfrentar las contingencias de manera colectiva».
ES URGENTE PONER EL TEMA EN AGENDA
El informe dio «cuenta de que para el sector cooperativo uno de los nudos entre los cuidados y la participación se vincula a la posibilidad de licencia, reconociendo que las licencias en la mayoría de los casos no están reguladas y existen escasos espacios de cuidados para las infancias, resulta urgente poner el tema en agenda y continuar trabajando para transformar nuestras cooperativas«.
A partir de las recorridas para el informe, se pudo «reconocer y evidenciar que al atender a la organización social del cuidado desde la cooperativa, a partir de una mayor organización democrática y redistribución de tareas, se potenciaba y facilitaba la participación. Y esto es fundamental, ya que sino muchas veces, en la dimensión política y social del espacio cooperativo, la participación puede remitir a un mero discurso ideológico, o por el contrario, encarnarse en políticas, estructuras y procesos que permitan y estimulen el involucramiento efectivo de todas las personas».
Sobre el apartado de la participación de las mujeres, el informe concluyó en que «democratizar el territorio cooperativo requiere de decisiones y prácticas sociales que aboguen por la participación real de las personas, que deberá ser sentida y ejercida como necesaria por quienes se encuentren involucrados en el proceso».
«Hemos verificado que si bien los principios y valores se reconocen, no siempre se ejecutan o traducen en acciones concretas; sino que se imbrican en una trama naturalizada de sentidos y representaciones asentados en la cultura patriarcal hegemónica que dificultan el pleno ejercicio de la participación en autonomía y libertad», remarcaron.
REVISAR LA FALTA DE PARTICIPACIÓN
En ese marco, el informe remarcó que «la falta de participación en la vida de la cooperativa es una situación a revisar y modificar, ya que sin el pleno ejercicio de la participación de todas las personas, las cooperativas pierden su razón de ser y su asiento democrático se vuelve endeble».
Por último, el informe destaca que se terminó de procesar en el primer año de gobierno de Javier Milei. «Esta situación y todo lo que está afectando a la población argentina, afecta a quienes integran nuestras cooperativas. Y por eso lograr la equidad de géneros en este contexto es más vital que nunca. Garantizar los derechos de las mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y personas no binarias, en todos los ámbitos de la vida es la única forma de asegurar el desarrollo sostenible«, concluyeron.