El papa francisco, Jorge Bergoglio, el mayor cooperativista y mutualista, una personalidad que sera recordada

Escribe ALEJANDRO RUSSO
Presidente de la Confederación Argentina de Mutualidades – CAM

En una conmovedora jornada para el mundo católico y la economía social, se ha confirmado el fallecimiento del Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, a la edad de 88 años. Su partida deja un vacío en la Iglesia Católica y en el corazón de millones de fieles alrededor del mundo.

A lo largo de su pontificado, Bergoglio se destacó no solo por su cercanía con los más necesitados, sino también por su firme apoyo al movimiento cooperativista y mutualista, pilares fundamentales de la economía social.

Desde su ascenso al papado en 2013, Francisco abogó por una economía más justa y solidaria, enfatizando la importancia de la cooperación y la solidaridad entre las personas. En numerosas ocasiones, destacó el papel de las cooperativas y mutuales como alternativas viables a los modelos económicos tradicionales, que a menudo priorizan el lucro sobre el bienestar social.

El Papa Francisco promovió el concepto de “economía del bien común”, instando a las organizaciones cooperativas a ser agentes de cambio en sus comunidades. Su mensaje fue claro: las cooperativas no solo generan empleo, sino que también fortalecen la cohesión social y promueven la dignidad humana.

Su encíclica “Laudato Si’”, en 2015, también reflejó su compromiso con el desarrollo sostenible y la justicia social, haciendo un llamado a todas las personas para que trabajen juntos en la construcción de un mundo más equitativo. Este enfoque resonó profundamente en el movimiento mutualista y cooperativista, que se esfuerza por equilibrar la rentabilidad económica con el bienestar social y ambiental.

La noción de “casa común”, tan central en la encíclica Laudato Si’, atraviesa profundamente su visión y dialoga de manera natural con el espíritu del movimiento mutual y cooperativo. Para Francisco, cuidar el planeta no es solo una tarea ecológica, sino un imperativo ético que implica transformar nuestras relaciones económicas, sociales y culturales.

Las mutuales y cooperativas, al priorizar el bien común sobre el lucro individual, encarnan esta responsabilidad con el ambiente y la comunidad. Su lógica de producción sustentable, de trabajo digno y de arraigo territorial refleja aquello que él pedía con insistencia: una conversión ecológica integral, donde el cuidado de la tierra vaya de la mano con el cuidado de los más vulnerables. En ese sentido, las cooperativas y mutuales no solo gestionan recursos, sino que cultivan vínculos, defienden territorios y sostienen vidas.

El papa Francisco predicó siempre sobre la necesidad de construir una “cultura del encuentro”, entendida como una disposición activa a reconocer al otro, dialogar con las diferencias y tejer comunidad desde la diversidad. Esta propuesta cobra una fuerza particular en el ámbito mutual y cooperativo, donde la toma de decisiones siempre es compartida, la solidaridad y la organización democrática crean las condiciones para que ese encuentro sea posible y cotidiano.

En el movimiento mutualista y cooperativista no solo se producen bienes y servicios: producen comunidad. En ellas, el vínculo humano no es un obstáculo, sino el corazón de todo proceso. Así, en tiempos de fragmentación y aislamiento, se presentan como espacios privilegiados para practicar esa cultura del encuentro que Francisco proponía como camino hacia una sociedad más justa, fraterna y sostenible.

Pero más allá de lo económico, Francisco intuyó que en el corazón del movimiento cooperativista y mutualista late una antropología distinta. Una visión del ser humano como ser relacional, vinculado, necesitado de los otros no solo para sobrevivir, sino para vivir con sentido.

Por eso llamó a “globalizar la solidaridad”, convencido de que las cooperativas y las mutuales no son solo estructuras productivas, sino constructoras de comunidad, siendo tal vez el producto mas difícil de lograr, pero no para estas organizaciones, donde el objetivo de comunidad esta en el ADN de cada una de ellas. Por ello afirmamos que el papa Francisco fue el mayor mutualista y cooperativista

La muerte del Papa Francisco constituye una gran perdida, pero su legado perdurará en las enseñanzas y acciones de aquellos que continúan luchando por una economía más humana y solidaria.

Su impacto en el movimiento mutualista y cooperativista será recordado como una inspiración para futuras generaciones, que buscarán construir un mundo más justo y solidario. La comunidad global se une en duelo y reflexión, honrando la vida y el trabajo de un líder que dedicó su vida a servir a los demás.