Las cooperativas actualmente constituyen el paraguas protector para los productores vitivinícolas

Young Vineyard farmer filling truck of harvested red grapes

En San Rafael, provincia de Mendoza, los productores asociados a las cooperativas vitivinícolas que integran FECOVITA aseguran que de no ser por el sistema cooperativo, no habrían subsistido. 

Luego de un ciclo 2023-24 que estuvo marcado por las contingencias climáticas en el sur mendocino, los productores vitivinícolas volvieron a renovar las esperanzas para la temporada que viene y cierran filas en torno al sistema cooperativo, el paraguas protector que les permitió seguir adelante con la producción.

El resumen de lo vivido en el ámbito de la viticultura lo mencionó claramente Leonardo García, presidente de la Cooperativa Sierra Pintada.

“En estos últimos años, que hemos tenido tanta contingencia de la piedra, hubo programas de ayuda a los productores que sufrieron las contingencias climáticas y que no tienen otro ingreso que no sea la producción. Se le ha ayudado para que no pierdan, porque convengamos que el pequeño productor hoy en día tiende a extinguirse. Las cooperativas nunca nos han dejado en banda y han procurado que pasemos el año y lleguemos a la próxima cosecha”, afirmó.

El sistema cooperativo que gira en torno a FECOVITA demostró acabadamente con el paso de los años que es una herramienta eficaz para que los pequeños y medianos productores continúen activos, pese al clima o los innumerables vaivenes económicos que se sucedieron en el país.

Javier Vergani, vicepresidente de la Cooperativa Goudge, aseguró que «todas las cooperativas han pasado por campañas difíciles debido a accidentes climáticos. Sin embargo, el sistema cooperativo fue esencial para mantenerse porque es una herramienta que ha permitido a los productores vender su producto a precios que les permiten continuar produciendo, incluso en años complicados».

Guillermo Cano, presidente de la Cooperativa Agraria Real del Padre, destacó la importancia de la integración, señalando que “el productor chico que no se ha integrado tiende a desaparecer; la integración es fundamental. Hoy no solo se suman socios a las cooperativas, sino también cada vez más elaboradores por cuenta de terceros”.

Ese sentimiento de protección también lo comparte Sergio Barbadillo, presidente de la Cooperativa El Cerrito, quien aseguró que “si no existiera este sistema muchos pequeños productores habrían desaparecido”.

Entre las virtudes que marcó el cooperativista, valora especialmente el apoyo financiero y los beneficios adicionales, como el seguro antigranizo que ofrece FECOVITA, la compra conjunta de insumos y el sistema de curación con drones entre otros, ya que “nos resuelve los problemas”.

Uno de los aspectos más destacados es el apoyo integral que reciben los productores. Vergani mencionó la importancia de contar con asesoramiento técnico y agronómico, así como el acceso a servicios como la cosecha mecánica. Este servicio, que aún debe ampliarse más, es una herramienta clave para pequeños productores que no podrían acceder de forma independiente.

Por su parte, García mencionó cómo el sistema cooperativo ofrece una solución para los pequeños productores que no encuentran un lugar donde colocar su producción.

“Las bodegas privadas tienen un cupo y llega un punto en que no reciben más uva. Aquí, gracias a la cooperativa, podemos recibir toda la producción y garantizar la venta a través de FECOVITA. Esa seguridad en la comercialización también se traduce en que después vas a cobrar. Vos en la cooperativa sabés que, a partir de agosto, vas a cobrar todos los meses”, señaló.

El seguro es otra pieza esencial del esquema cooperativo que permite a los viticultores mitigar las pérdidas ocasionadas por accidentes climáticos, como el granizo. “Nos permite llegar al próximo ciclo productivo”, aseguró Vergani.

A pesar de las adversidades que ha enfrentado el sector, el sistema cooperativo ha demostrado su solidez. Según Barbadillo, “el 52% de la producción el año pasado se elaboró en cooperativas, lo que no es poca cosa”. Sin embargo, también reconoció que la reducción de hectáreas cultivables ha llevado a la desaparición de cooperativas, lo mismo que privados, lo que refuerza aún más la importancia de pertenecer a un sistema integrado como el de Fecovita.

El sistema cooperativo se convirtió en una red de seguridad que le proporciona al productor, garantía de comercialización, brinda apoyo técnico y financiero y fomenta la solidaridad entre sus miembros.

Para los pequeños productores, este modelo no solo es una opción viable, sino una necesidad para mantenerse en el mercado. Como lo afirmó García: “Si no tengo a la cooperativa, no sé qué haría con la finca”.

Así como el sistema cooperativo hace de protector de los viticultores, en San Rafael además se está viviendo una revolución tecnológica que lleva un escalón más arriba la producción. Entre los servicios que prestan las cooperativas asociadas a la FECOVITA, está la curación con drones que ya está siendo utilizada por los productores asociados.

El sistema permite proteger los cultivos de forma más eficiente y económica y aunque este servicio lleva apenas dos años en funcionamiento, los resultados han sido altamente positivos.

Sergio Barbadillo, presidente de la cooperativa El Cerrito, comentó que “el año pasado lo probé en cinco hectáreas y fue impresionante. En solo una hora completamos el trabajo que normalmente llevaría mucho más tiempo y esfuerzo con métodos tradicionales. Además, me salió mucho más barato”.

Uno de los grandes beneficios de este sistema de curación con drones que ofrecen las cooperativas asociadas a Fecovita es que facilita el acceso a tecnología avanzada a pequeños productores que, de otro modo, no podrían costear estos equipos por cuenta propia.

“Para aquellos que tienen pequeñas extensiones de tierra, el sistema es ideal”, indicó Barbadillo. El ahorro no solo se da en el tiempo que se invierte en el proceso de curación, sino también en los costos operativos. Los drones pueden cubrir grandes áreas en poco tiempo y con una precisión mucho mayor que los métodos manuales o las máquinas convencionales. Esto se traduce en una menor cantidad de insumos utilizados y, por ende, en un ahorro significativo para el productor.

A pesar de los evidentes beneficios, el sistema de curación con drones aún enfrenta algunos desafíos. En la zona sur de Mendoza, por ejemplo, tenemos un solo dron, y aunque también hay uno en el este y otro en el norte, la realidad es que necesitaríamos más”, comentó

Igualmente, el viñatero recordó que no es fácil adquirirlos por “el elevado costo que tienen” y la necesidad de personal capacitado para operarlos porque “no cualquiera puede manejar un dron de este tipo”.

Finalmente expresó que «el hecho de que ya se esté implementando esto de curar con drones, es muy bueno”.