
Aunque es invisible en las estadísticas de la mayoría de los organismos oficiales de la Unión Europea, el cooperativismo europeo desempeña una enorme y silenciosa labor. Con ello contribuye a que los niveles de calidad de vida y de cohesión social del continente sean los más altos del mundo. Esto no es exclusivo de las cooperativas, sino que también se aplica a las demás entidades de la economía social europea: asociaciones, mutuas, fundaciones y empresas sociales.
En función de las estadísticas oficiales, actualmente funcionan en el territorio europeo más de 240.000 cooperativas. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, decidió poner fin a esa invisibilidad estadística y, al mismo tiempo, prestar un fuerte apoyo a la economía social con un plan de acción plurianual para la Economía Social.
Entre las treinta medidas de impulso adoptadas figuraba avanzar con un estudio que evaluara la contribución socioeconómica de la economía social en Europa, tanto cuantitativa como cualitativamente, y que visibilizara esta realidad. Los resultados se publicaron en octubre de 2024 con el conocido Informe EURICSE–CIRIEC.
Este estudio hizo visible estadísticamente a la economía social europea: un amplio sector con una fuerza social y económica potente, dinámica y diversa, integrado por más de 4,3 millones de entidades, el 97 % de las cuales son cooperativas, mutualidades, asociaciones y fundaciones.
El sector posibilita empleo a más de 11,5 millones de personas (6,3 % de la población ocupada). En términos económicos, el volumen de negocio de la economía social en la UE alcanzó casi 913.000 millones de euros en 2021, aunque este dato solo estaba disponible para 19 países.
Dentro de la economía social europea, el cooperativismo constituye, sin duda, un eje central: lo integran 240.523 cooperativas, que emplean a 3.339.797 personas y agrupan a 95,6 millones de miembros. En términos económicos, las cooperativas europeas facturaron al menos 591.382,5 millones de euros y generaron un valor añadido estimado en al menos 57.251,5 millones de la misma moneda. Estos datos son parciales para algunos países y pueden reflejar afiliaciones múltiples.
Desde una perspectiva sectorial, las cooperativas predominan en los rubros de vivienda), agrario, salud, asistencia social y consumo. En cuanto a tamaño, la mayoría son pymes: el 86,9 % son microempresas (hasta 10 trabajadores), el 10,1 % pequeñas (hasta 50) y el 2,5 % medianas (hasta 250 trabajadores), según la definición oficial de pymes de la Comisión Europea. Aunque solo el 0,5 % de las cooperativas son grandes empresas, concentran el 35,2 % del empleo cooperativo.
Visualizar la dimensión económica era uno de los dos objetivos principales del Informe EURICSE–CIRIEC; el otro, documentar la contribución de la economía social — y, en particular, del cooperativismo — a la generación de prosperidad inclusiva. Este concepto abarca múltiples funciones sistémicas: creación de empleo decente, economías sostenibles, servicios de salud y educación, protección del medio ambiente y promoción del diálogo social.
Organismos como la OIT, la CEPAL, la OCDE y el Consejo de la UE —así como la Resolución 77/281 (18 de abril de 2023) de la Asamblea General de la ONU “Promoción de la economía social y solidaria para el desarrollo sostenible”— han reconocido esta labor.
El informe también analizó la resiliencia de la economía social en la crisis de COVID-19 y su papel en seis ámbitos estratégicos: agroalimentario, industrias culturales y creativas, turismo, energía renovable, salud y comercio minorista.
Destaca la capacidad de adaptación y la contribución clave de las cooperativas a la sostenibilidad, la innovación y la competitividad, especialmente en el medio rural, facilitando el contacto directo entre agricultores y consumidores y promoviendo una alimentación más sana.
Sin embargo, sigue siendo invisible en estas funciones sistémicas; carece de métodos para mostrar su valor, lo que limita la sensibilización del público, el diseño de políticas específicas y las oportunidades de empleo para jóvenes.
Son múltiples los retos y oportunidades futuros del cooperativismo y la economía social, pero aumentar significativamente su visibilidad será, sin duda, uno de los mayores desafíos.


